Casa Embrujada

En éstas fechas y al encontrarnos solos en casa nuestra mente divaga en lo mas profundo de nuestros temores que sentíamos cuando éramos jóvenes.

En muchos casos recordamos ese espacio de la casa, que muchas veces y desde que éramos niños, no queríamos entrar solos, más aún si se tenia que hacer avanzada la noche.

Cuando vivía en casa de mis padres el diseño de su casa era la de una casa rural donde el baño se encontraba al final de ésta, pasando por un espacio que le llamábamos corral, el cual ahora bien puede ser un jardín o un patio. En ocasiones sentía ganas de ir al baño cuando todos estaban durmiendo, y pues ya se podrán imaginar lo difícil que era tomar la decisión para hacerlo; tenía que llenarme de coraje para pasar por el corral, el cual generaba sombras que me hacían pensar que algo o alguien se encontraba allí, pero que este alguien era un alma mala, un demonio, un muerto, o alma en pena. Cruzaba raudamente para llegar al baño y luego de terminar regresaba lo mas rápido posible hasta llegar a la cama donde me envolvía completamente con la frazada.

Casa embrujada

Ya adolescente fuimos a visitar a una tía en Chimbote y vimos una casa muy fea, pues estaba abandonada, y según mis primos y amigos existía la versión de que esa casa era una casa embrujada que ahí penaban. Las almas en pena eran dos, una era la de una mujer que vivió alrededor de 90 años y que toda su vida la había dedicado a la brujería, realizando rituales malignos. Ésta mujer tenía visitas de personas que deseaban el mal a sus enemigos y confiaban en las habilidades de la señora para lograr sus malos deseos. Pero en una oportunidad fue visitada por un hombre que engañó a la mujer haciéndole creer que venía por sus servicios pero en realidad llegó a matarla contratado por personas a quien la mujer supuestamente les había causado mucho daño con sus maléficas habilidades.

Pero antes que éste hombre logre matarla la mujer lo maldijo diciéndole que su alma jamás escapará de sus poderes y que siempre estará atado a esa casa siendo torturada eternamente por ella misma.

La historia no me causó mucha impresión pues sólo lo tomé como una historia más de tantas que se dicen por ahí; pero un día se dio el caso que tuve que subir al techo para recoger la pelota con la que estábamos jugando y quedé pasmado por unos segundos pues observé como dos personas se encontraban dentro de la casa en la que no había nadie; una de ellas estaba tirada sobre la mesa y la otra tenía una especie de lanza en sus manos con la que le hincaba fuertemente logrando que la primera emita brutales gritos de dolor. Lo único que atiné hacer fue patear la pelota hacia la calle y bajarme rápidamente persignándome una y otra vez. No conté de ésto a nadie ya que hasta ahora me digo a mi mismo que sólo fue mi subconsciente el que generó esas sombras.

.